


Créeme que en estos momentos en los que estoy reviviendo lo sucedido al narrarte la experiencia, todo mi cuerpo está estremecido, mi corazón tiene otro latir, mi respiración entrecortada y tiemblo y me río y agradezco, agradezco tanto. Y de mis ojos brotan lágrimas de profunda emoción! En las Ceremonias pasamos por momentos “difíciles”, algunos más que otros, de mayor o menor duración. Y lo que estoy sintiendo es que no es el tiempo de explicarte en detalle este proceso porque ademas cada uno de nosotros lo vive en forma diferente. No obstante, es importante que sepas que es en estos “momentos difíciles” donde se produce la mayor curación, donde tu espíritu se fortalece y aprendes. Y claro que tienes que ser valiente pero la recompensa es tan grande querid@ mi@. Y así fue que en esta apoteótica Ceremonia el “momento difícil” me duró seis, siete, ocho horas? Te confieso que en varias oportunidades sentí “no puedo más”, no tengo más fuerzas, estaba agotada, pero mi espíritu me decía que tenia que seguir adelante, que no estaba sola y te juro que sentía que toda la selva me estaba acompañando, cada planta, cada animal me estaba dando su fuerza pero era yo la que tenia que hacer el trabajo, nadie lo podía hacer por mi. Estaba teniendo toda la ayuda pero yo tenia que “estar ahí”. En un momento siento que me tocan los pies, abro los ojos y era Danielle, una de las chicas que estaba participando, que con una mirada colmada de amor se agacha y me besa los piecitos. Sentí que era una mensajera de Di@s para recordarme que no estaba sola, que me estaban acompañando. En otro momento de desasosiego abro los ojos para buscar los ojos del curandero, me quedo mirándolo hasta que él me mira y me dice: “Que pasa Zia” en un tono digamos grave. Y yo con la boca sellada solo pude pensar, nada, no pasa nada maestro, está todo bien, sigue curándome. Así absorbí de sus ojos la fuerza que necesitaba, volví a cerrar los míos y seguí adelante. Creo que podría completar páginas y páginas solo con lo que viví en esta Ceremonia. Hubo otro momento memorable en donde Leila, una nenita de unos diez añitos que estaba participando con nosotros se acercó a darme un abrazo imposible de describir, otra mensajera del Amor Divino. Con este “trabajo” empecé a sentir que se reafirmaba el anhelo de ser una curandera, que estaba empezando a ganarme ese “lugar”, que había mucho por hacer pero ya estaba encaminada y que mi maestro estaba confiando en mi y me daba todo su acompañamiento. A la mañana tocaba mi chupito del Chiric Sanando, esta vez subió lento y no demasiado fuerte, ahora a la distancia pienso que tal vez Diego me dio una dosis más suave por el intenso trabajo con la Madrecita, quien sabe, la cosa que en ese momento pensé en pedirle una dosis doble para la próxima. Que no, no soy masoquista, verdad, créeme. Es que tengo muchas “ganas” de avanzar en el Camino, es solo eso. Con la dosis aparentemente suave, esa noche fue bien difícil. La Planta empezó a curarme a través del soñar, en ese momento no fui conciente de ello, es lo que me sucede, me voy dando cuenta poco a poco de cómo son las cosas. Estoy como ciega, lo se, y por eso es tan importante que confíe en mi maestro. A ese sueño prácticamente no lo pude recordar pero mi respiración estaba muy agitada y me desperté llorando, quedé con miedo.

En la dificultad está la oportunidad!

Recuerdas que hice mención de que iba a pedirle al curandero que me suba la dosis del Sanago? Bueno, tendré que tener cuidado con mis deseos porque parece ser que se me conceden. Ya Diego me había dicho que lo bebiera apenas me lo traía y no esté dando vueltas, o sea que la limpieza del tambo pa´despues. Ese era el último chupito y al día siguiente sería la última Ceremonia, para ubicarte en el tiempo. En principio contarte que ya tenía cierta familiaridad con Sananguito, como que habíamos pasado la etapa de reconocimiento mutuo y desde mi la total confianza y entrega a su “divino trabajito”. Creo que como era la despedida aprovechó y me tuvo todo el día y la noche velando, bendito seas doctorcito querido! La marcación más fuerte que nunca no mermaba, con mucho frío y dolores en la parte alta de la espalda y en la zona de los riñones. Estuve todo el día en mi hamaca cubierta hasta las orejas con mantas y bien quietita dejando que mi Planta haga su curación, estaba muy tranquila pero a la vez sorprendida de la caña que me estaba dando, en un punto sentía que el trabajo lo hacíamos juntos, en equipo. El curandero me había dicho que es bueno bañarse cuando la mareación está muy alta, que ayuda a bajarla un poco y seguir adelante más relajado, pero yo en verdad no quería que baje. Lo estaba llevando bien y con plena felicidad por ser conciente de la ayuda que estaba recibiendo. Igual no tenia fuerzas para moverme y sentía mucho frío, así que ni pensar en ir al río. Cuestión que las horas fueron pasando y se hacía de noche entonces pensé que tenía que poner voluntad para ir al río, así que respiré hondo, cogí mi cubo para el agua y marché pero como me sentí débil e insegura de sostenerme decidí pedirle ayuda a Andréu, uno de los chicos de la Dieta que tenía su tambo muy cerca, y él muy amorosamente cargó el agua y me acompañó hasta mi tambito, gracias hermanito. Ok, a mojarse sea dicho y a descansar pues. Pero no, la cosa continuó toda la noche, claro era la despedida. Y creo que en esta noche se principian los “sueños chamánicos”, estaba entrando en otra etapa y aunque fue un poco impresionante porque en una parte del sueño “vomité mierda”, te juro que fue muy real, pero mejor no te doy más detalles, solo decirte que estaba tan contenta por acceder al mundo de los “sueños”. En este amanecer me despertó una luz que giraba a mí alrededor y ahora pienso que debió ser intensa porque me sacó del sueño, se mostraba y se ocultaba como si fuera una linterna grande que prende y apaga. Para serte sincera lo menos que pensé es que era un espíritu, en ese momento creí que eran los guardianes haciendo su ronda y jugando con la linterna pero después de un rato me di cuenta que no porque iba muy rápido para ser una caminata matinal en la selva. En una total ignorancia esperé a ver a Diego y preguntarle, me dijo que era la “lamparilla” un espíritu de la selva, y ahí quedo todo.
La última Ceremonia, mi Di@s! Llegué a la maloka débil y aun con la mareación de Sananguito. El curandero me había dicho que no llevara mis plumas y que no me echara agua. A ver, esto quería decir ningún soporte, iba a tener que montar a pelo, y claro que le puedo refutar a mi maestro? Él indica y yo acato, lo que no inhibe a cada una de mis células ponerse a temblar como locas pero con todo “ahí” estoy, en mi lugar. Hace mucho que no bebo agua antes, durante o después de una Ceremonia pero si me enjuagaba la boca y echaba agua en la cabeza en los momentos difíciles, sentía que con eso podía evitar desmayarme, al igual que las plumas me reavivaban, como si pudiera resistir más. A veces algún compañero de Ceremonia me dice que tengo que poner de mi parte para no desmayarme y me da indicaciones de lo que puedo hacer y yo le digo: es que tú no puedes ni imaginarte todo lo que pongo de mí para no “caer desplomada”, es una verdadera batalla pero sucede y lo acepto porque tengo la convicción de que todo lo que me pasa en para mi bien. Cada vez que me desmayo vivo la agonía previa a la muerte, la muerte misma y la resurrección, tengo mi teoría al respecto pero como no estoy segura prefiero no exponerla aun. A veces creo una cosa y después es otra y Diego ya me ha dicho que es normal, así que hay que tomarse todo con pinzas, ser muy flexible y confiar mucho porque en verdad estas recorriendo el Camino con unas cuantas vendas en los ojos. Esto quiere decir que a medida que se avanza las vendas van cayendo una a una, hasta que al final solo habrá “claridad”. Nunca antes me fue tan difícil tragar el último sorbo de Madrecita, la tuve en la boca un tiempo que me pareció eterno pero al final logré que entrara. Sabía de antemano que me iba a desmayar y aquí debo confesar que me sentía insegura y temerosa, es que apenas podía sostenerme. Y así sobrevino, mi quinto desmayo con un “gran vómito”, una tremenda curación. Un trabajo muy profundo que coronó la labor de mi Planta Maestra. Y como en la primer Dieta estuve con mi columna alineada durante las ocho horas que duró la Ceremonia de cierre en está quedé desparramada por los suelos sin poder hacer otra cosa más que “descansar”. Ya nena, es tiempo de tumbarte a relajar, merecido está. Me costó recuperarme, aun seguía algo mareada en la comida de despedida en la Anaconda, el restaurante de Pucallpa. Y para recrearte una vez más, debo contarte que también se despidió el que cortó el piolín la primer noche, solo que está vez estaba despierta y sentí cuando el tarrito cayó al suelo. Y aquí mientras se me fruncía el culo pensaba, tranquila si al fin y al cabo los espíritus siempre están dando vueltas, los veas o no, los escuches o no, ahí están y si quieres aprender de ellos cuanto antes dejes de temerles mejor. Igual no creas que es “temita superado”, estoy en ello. También como cierre y corolario de este proceso que es una Dieta Chamánica, señalarte que en el transcurso de la misma vas teniendo una cuantiosa comprensión en los diferentes órdenes de tu vida, recuerda que la conciencia está amplificada de lo que resulta el advenimiento de información precisa, es muy revelador.
Para finalizar quiero decir que esta es mi historia personal, muy distinta a la que pueden vivir otras personas. El acercamiento a las Plantas, teniendo en cuenta que son “seres espirituales”, es una experiencia única y como en cualquier otra relación, entre ambos se establece como un código de proximidad, seas conciente o no. Lo que creo es que en un punto cada uno decide hasta donde y en que tiempo se va a profundizar en el vínculo.
Un gran trabajo curandero del alma mía, muchas, muchas Gracias!!!
1 comentario:
Qué bueno este compartir del trabajo con la Abuelita y las plantas maestras en general! Gracias!
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